La intolerancia y la falta de tiempo generan violencia

Esas y otras actitudes, como la discriminación y la burla, provocan más reacciones que la agresión física o verbal.


La intolerancia y el mal uso o la falta de tiempo son las principales causas de violencia, según se desprende de una encuesta realizada por la Fundación Ciencia, Comunicación y Arte a 755 personas de ambos sexos, mayores de 9 años, durante todo 2010.

El estudio revela que el 85,8 por ciento de los encuestados considera que la agresión actitudinal provoca más violencia que la física y la verbal. Es decir que la discriminación, la burla, la mentira, la injusticia, la ironía y la falta de respeto suelen herir más que los gritos e insultos o que los golpes, empujones o cualquier agresión que atente contra el cuerpo.

La muestra, realizada en Argüello y la zona noroeste de la ciudad de Córdoba, se realiza cada tres años. Incluye dos preguntas: “¿Qué actitudes mías provocan violencia en los otros?” y “¿Qué me provoca violencia?”. Las respuestas no variaron mucho en tres años.

Así, ocho de cada 10 encuestados aseguraron que las actitudes descalificadoras les provoca violencia; el 7,4 por ciento consignó que los insultos y gritos los violenta; y el cuatro por ciento, la violencia física. Los porcentajes son similares cuando se les consulta sobre las actitudes propias que generan violencia a los demás.

“Las actitudes son la causa principal generadora de violencia: a lo que más se hizo referencia fue a la ‘intolerancia’ y al factor ‘tiempo’ como recurso imponderable”, explican desde la Fundación Ciencomart. Entre ambos factores hay interrelación ya que, subrayan, “la intolerancia es producto del mal uso o de la falta de tiempo”.

“La prisa, el apuro, los gestos corporales de impaciencia, los tonos de voz, la queja permanente, la forma de mirar, la injusticia y la discriminación fueron respuestas que también se repitieron”, consigna el resumen de la investigación.

La titular de la Fundación, Silvia Spacessi, junto a su equipo –Florencia Martínez, María del Carmen Aznar y Paula Leduc, entre otros– realizan talleres y actividades en escuelas para prevenir la violencia. Todas son profesionales en psicopedagogía, pedagogía, comunicación social y trabajo social. Incluso impulsan, desde hace varios años, un proyecto de intervención en los colegios (“Aprender a escucharnos”), a través de un gabinete psicopedagógico itinerante.

Spacessi explica que la gran cantidad de información “global” opaca, en algún caso, lo que pasa en nuestro mundo privado. No por casualidad, en los talleres con padres, docentes y jóvenes se aborda la necesidad de “atender las emociones”.

“Entre tanto bombardeo de información, se pierde el tiempo y la capacidad para la reflexión. No hay tiempo para la reflexión entre la información y la acción, lo que a su vez provoca una pérdida de capacidad para expresar y poner en palabras lo que sentimos”, dice Spacessi.

De esta manera, se cae en un estado de alexitimia –explican desde la Fundación–, que es la discapacidad para expresar lo que se siente y piensa. En otras palabras, no habrá capacidad para medir o reflexionar anticipadamente sobre la consecuencia de los actos.

“El tiempo, o la falta de tiempo, es un factor que nos imposibilita ponernos en el lugar del otro, y provoca la ‘intolerancia’”, dice Martínez.

El estudio plantea que al perder la capacidad y el tiempo para reflexionar sobre las propias acciones y las del otro, se pierde la capacidad de empatía. “Aquí donde surge la intolerancia, la falsa convicción de que el respeto empieza y termina en uno mismo, imposibilitando así la consideración del otro en su diversidad de acción y pensamiento”, dice el documento.

Las respuestas no varían por género, pero sí se modifican por grupo etario: a mayor edad, mayor es la percepción de la violencia. El 35,5 por ciento de las mujeres mayores de 41 años aseguran que determinadas actitudes le provocan violencia, y sólo el 6,5 por ciento de las niñas de 9 a 14 años opina lo mismo.


(Publicación de la voz del interior del 18/01/2011, por Mariana Otero Redacción LAVOZ).